El Miedo ya ha ganado, pero nadie lo va a reconocer

Putin ya ha ganado, pero duele mucho reconocerlo.

¿Por qué el mundo siempre necesita un malvado para expiar sus errores?

Apenas si nos estábamos recuperando de la resaca de una pandemia nos tiran otro jarro de agua fría a la cara. ¡Una guerra a las puertas de Europa! ¿Qué miedo, no? Ese es su primer golpe: asustarnos.

Justo eso es lo que posiblemente ya rumiaba Putin hace muchos meses. Estamos agotados, individual y colectivamente.

Es la estrategia del boxeador: un nuevo golpe cuando aún te estás levantando del suelo del anterior te hiere el doble y te deja a las puertas de la rendición.

Conviene no olvidar una cosa: detrás de este individuo que resuena a dictador trasnochado hay una estrategia urdida en la mente de gente muy muy inteligente. Saben muy bien lo que hacen. Los tremendos riesgos asumidos para el pueblo ruso están minuciosamente calculados y esta estrategia se la ha mostrado occidente sin darse cuenta. Verás por qué.

Que Putin & CO tengan valores (o falta de ellos) reprochables y lamentables no les resta cociente intelectual alguno. Es muy probable que sean mentes que rozan a la de un psicópata, es decir, tontos no son, son obesivos y van tres pasos por delante de las potenciales víctimas.

El capital intelectual ruso es realmente brillante, la historia lo demuestra:

  • Primeros en hacer orbitar un satélite fuera de nuestro planeta.
  • Primeros en poner a un hombre en órbita.
  • Capaces de fabricar (y copiar) un avión hipersónico idéntico a nuestro difunto Concorde y otro tanto con el transbordador espacial Burán (también idéntico al de los americanos).

No fueron buenos vendiendo los logros, pero fueron pioneros en muchos hitos históricos.

Reducir el asunto de esta guerra a la extraña y psicótica personalidad de Putin, a su falta de contacto con la realidad como he leído con bastante frecuencia es dejarse dar el primer gran golpe. Putin, como Trump en su momento, pueden ser seres altamente criticables, peligrosos, pero saben de psicología de masas y ahí es donde ganan las batallas. Saben que ante el miedo las masas tienden a reaccionar siempre igual: como rebaño.

Detrás de la geoestrategia rusa hay gente lista, muy lista. Sabían que occidente reaccionaría como lo está haciendo. Seguro que no les ha pillado por sorpresa. No es un calentón puntal y aunque el asunto de la adhesión de Ucrania a la OTAN sin duda también está en la ecuación no explica por si solo el dilema de esta guerra.

Por eso creo que enredarnos en una lectura simple sobre buenos-malos, héroes-villanos de este nuevo conflicto es el primer paso de Putin para ganar la guerra: perdernos en el miedo a corto y olvidar la estrategia a largo.

¿Qué guerra es la que libra realmente Putin y sí está ganando?: para acercarse un poquito más a la respuesta es necesario abrir el foco, repasar algo de historia y ponerse el sombrero de estratega.

Vamos por partes.

Putin&Co saben (como casi todos nosotros) que no hace tanto otro iluminado llegó a la conclusión de que para salvar a EEUU y al mundo había que invadir Irak y tener presencia occidental en aquellas tierras.

17 años estuvieron ocupando Irak y no sirvió para mucho.

Putin&Co saben que a Bush, Aznar y Blair no les pasó nada pese a que todo se basaba en una mentira, que Europa miró para otra parte traicionando sus valores y China, sin ser tan fuerte como ahora, se puso de perfil (igual que ahora).

EEUU tardó más de un mes en hacerse con Bagdad y se calcula que murieron más de 150.000 civiles y se gastaron 1,3 billones de dólares americanos.

Putin aún no se acerca a esas cifras, de momento, pero seguro que tienen más que calculado hasta cuándo pueden permitírsela, porque una guerra es cara no, carísima.

Putin también sabe que en la guerra de los misiles de Cuba (guerra fría) se aceptó tácita e internacionalmente que para defender la seguridad de un país valía casi todo, porque al final si firmamos la paz y se llega a un acuerdo casi todo se olvida con el tiempo (aunque nos hayamos amenazado con tirarnos misiles nucleares).

Putin sabe que aunque ahora la guerra esté en el piso de arriba (cerquita de Europa) y no en el barrio del otro lado de la ciudad (Irak) la gente, en la gran mayoría, no va a dejar de coger sus coches, encender la caldera, consumir plásticos o consumir productos para presionarle. Y para todo esto, necesitamos los recursos de Rusia, sobre todo en la vieja Europa.

El estilo de vida occidental requiere energía, mucha energía. Y eso es justo lo que él controla. Putin sabe que el planeta está agotando sus recursos naturales y pronto quienes dominen la energía serán los nuevos líderes mundiales. Por eso Europa está contra las cuerdas, asustada, con poco margen de maniobra, aunque parece que haciendo equipo de momento.

Putin sabe que hay un problema mundial de suministros de materiales, de materias primas y un sistema de equilibrio financiero internacional a 3 capítulos del colapso.

No olvidemos tampoco que Rusia comparte liderazgo mundial en la exportación de: aceite, cereales, acero, madera, fertilizantes o aluminio además del petróleo y el gas, las fuentes principales de energía de nuestro modelo de consumo actual.

Estas pistas y muchas otras pistas más están en la cabeza de Putin.

¿A qué juega entonces?

A asustar al mundo y darle un inequívoco mensaje durante un tiempo de quién va a dominar a partir de ahora; quien tenga los recursos y fuentes de energía (no quien necesite importarlos) será el nuevo líder mundial.

Es un mensaje alto y claro. Una vez el miedo ha calado solo es cuestión de mantener la tensión por evitar otro posible conflicto bélico. Nadie quiere una guerra, pero sí el poder del miedo. Ese es su auténtico objetivo.

Europa no puede dejar de comprar petróleo o gas, se pararía nuestra economía y a corto plazo no tenemos muchas opciones de sustituir la dependencia de nuestro sistema. Se nos ha puesto en el dilema “depender de tu enemigo”. Incómoda posición la verdad. Casi siempre gana el miedo.

Putin sabe que los valores (libertad, justicia, democracia…) a menudo han tenido un precio y dobles sentidos a lo largo de la historia y eso mal que nos pese lo han escenificado Europa y EEUU a partes iguales.

Y sabiendo todo esto, ¿qué guerra sí está ganado?

La de hacernos olvidar y sacar del discurso público la auténtica guerra de fondo, “la guerra por el cambio climático”, esa que de verdad nos afecta a todos, a oriente y occidente, a héroes y malvados. Si fuéramos no-dependientes del petróleo o el gas esta guerra no se estaría librando, al menos no en estos tristes términos.

Sí, quizá ahora este personaje nos resulte deleznable, es sin duda el malvado pero el asunto de fondo es más complejo que pensar que está zumbado o no está bien de la cabeza o es el nuevo Hitler (que también puede ser).

O cambiamos de una vez el modelo de sostenibilidad de la economía o siempre habrá ocasión para nuevos Putins en el futuro. Sin la moneda de cambio de las fuentes de energía Putin&Co no tendrían de donde tirar para hacerse los fortachones.

Quizá sin darse cuenta nos está obligando a acelerar de verdad (porque vamos lentos) hacia un modelo de economía y consumo basado en fuentes de energía más neutras, menos dañinas, más sostenibles, menos belicosas y en el que como consumidores seamos más coherentes con los valores que decimos defender.

La única manera de ganar la siguiente guerra (porque habrá más) es acelerar de verdad en la transformación del modelo económico actual y ahí pringamos todos: gobiernos, empresas, supra-instituciones y consumidores.

Sí, Putin ya ha ganado, al menos en la particular guerra de demostrar que el miedo + la dependencia del enemigo siempre acaban igual.

¿Podemos darle la vuelta esto? Claramente sí.

Lo que quizá Putin ha infravalorado es que la historia también demuestra que cuando una sobrada mayoría de personas se ponen de acuerdo por un bien común y hacen lo que tienen que hacer con coherencia son capaces de tumbar reinos, colonias, imperios o sistemas.

Que se lo digan a Ghandi.

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